lunes, 24 de agosto de 2015

Frase de la semana 35

Última semana de Agosto, el verano se me está pasando volando, así que un poco de motivación para hacer esta semana más llevadera:


viernes, 21 de agosto de 2015

La chica del tren - Paula Hawkins



Autor: Paula Hawkins
Título: La chica del tren
Editorial: Planeta
ISBN: 978-84-08-14147-1
Páginas: 496 páginas
Precio: 19.50€ (Tapa dura con sobrecubierta)


Sinopsis extraída de la editorial:

¿Estabas en el tren de las 8.04? ¿Viste algo sospechoso?
Rachel, sí

Rachel toma siempre el tren de las 8.04 h. Cada mañana lo mismo: el mismo paisaje, las mismas casas… y la misma parada en la señal roja. Son solo unos segundos, pero le permiten observar a una pareja desayunando tranquilamente en su terraza. Siente que los conoce y se inventa unos nombres para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya. Pero un día ve algo. Sucede muy deprisa, pero es suficiente. ¿Y si Jess y Jason no son tan felices como ella cree? ¿Y si nada es lo que parece?

Tú no la conoces. Ella a ti, sí.


La chica del tren comienza con Rachel viajando en el tren que va de Ashbury a Londres. Hace ese viaje todos los días, así que conoce de memoria el trayecto, el paisaje, cada parada... pero hay una de ellas que la atrae especialmente, en esa parada mira siempre una casa y la pareja que vive en ella. Durante los segundos que dura la parada, imagina sus vidas: sus nombres, a qué se dedican, sus hobbies, cómo es su relación… Refleja en ellos la vida que a ella le gustaría tener, la vida que ella ha perdido por culpa del alcohol. Un día, cuando el tren realiza su parada, ve algo que la desconcierta y decide tomar cartas en el asunto, sin ser consciente de lo que implica meterse en la vida de otros ni de cómo puede afectarle a ella.

Además de Rachel, otras dos mujeres son protagonistas: Megan y Anna. Ellas nos van contando su versión de la historia, unas veces desde distintos momentos del tiempo y otras de forma paralela a la narración de Rachel. Rachel no es un testigo fiable, pasa la mayor parte del día borracha, así que su cabeza está llena de lagunas y a veces incluso duda de si lo que recuerda es real o es solo producto del alcohol. Por esa razón adquieren tanta importancia las narraciones de Megan y Anna: complementan la historia perfectamente. También, gracias a la fuerza que tienen las tres voces, el ritmo de la narración no decae en ningún momento y te mantiene enganchado página tras página. 

Todo está contado en primera persona, a modo de diario, en capítulos cortos y con un lenguaje y una forma de narrar bastante clara.

Me ha gustado que llegara un punto en que ninguno de los personajes me cayera bien. A medida que vas avanzando en la historia, dejan de ser las personas perfectas que imagina Rachel y muestran su verdadera cara.

La historia va dando bastantes giros para intentar despistar al lector, sin embargo, me resultó bastante predecible. Hacia mitad del libro ya imaginaba quién podía ser el o la culpable, así que el desenlace no me resultó tan sorprendente como esperaba.

A pesar del sabor agridulce que me ha dejado esta novela por haber descubierto el misterio antes de tiempo, me ha parecido una lectura entretenida, que engancha y muy apropiada para leer en estos días de verano.

lunes, 10 de agosto de 2015

Frase de la semana 33

Y como todo lo bueno se acaba, ya estamos de vuelta a la rutina. Así que para llevarla mejor, un poco de motivación:

viernes, 7 de agosto de 2015

El tren de los huérfanos - Christina Baker Kline



Autor: Christina Baker Kline
Título: El tren de los huérfanos
Editorial: Ediciones B
ISBN: 978-84-666-5519-4
Páginas: 360 páginas
Precio: 18,00€


Sinopsis extraída de la editorial:

Entre 1854 y 1929, los llamados trenes de huérfanos partieron regularmente de las ciudades de la Costa Este de Estados Unidos hacia las tierras de labranza del Medio Oeste, llevando miles de niños abandonados cuyos destinos quedarían determinados por la fortuna o el azar. ¿Serían adoptados por una familia amable y afectuosa, o se enfrentarían a una adolescencia de trabajo duro y servidumbre?
La inmigrante irlandesa Vivian Daly fue uno de esos niños, enviada por ferrocarril desde Nueva York hacia un futuro incierto a un mundo de distancia. Ahora, muchas décadas más tarde, Vivian es una anciana que lleva una vida tranquila y apacible en la costa de Maine, y los acontecimientos de su infancia se han convertido en un recuerdo vago. Sin embargo, en arcones de su desván se ocultan vestigios de un pasado turbulento.
Molly Ayer, una joven de diecisiete años, sabe que cumplir con un servicio a la comunidad ayudando a una anciana viuda a ordenar sus trastos es lo único que puede salvarla de terminar en un centro de menores. Pero a medida que Molly ayuda a Vivian a revisar sus recuerdos y posesiones, descubre que ambas tienen mucho en común. Molly, una india Penobscot que ha pasado su adolescencia entrando y saliendo de casas de acogida, también ha sido educada por desconocidos y tiene preguntas sobre su pasado de las que aún no ha obtenido respuesta.

A veces suelo comenzar las reseñas hablando de qué me ha llevado a leer un libro u otro. En este caso fue la portada del libro, ¿te has fijado en esos ojos? ¿en esa mirada? A mí me cautivó la primera vez que la vi y supe que no la iba a dejar pasar.

El tren de los huérfanos es una novela basada en los hechos que tuvieron lugar entre 1854 y 1929 en Estados Unidos. En esa época, miles de niños y niñas fueron enviados en tren desde la costa Este hasta la costa Oeste. Algunos de esos niños, los menos, tuvieron la fortuna de ser adoptados por familias que realmente buscaban un hijo al que cuidar y querer. Los demás, especialmente lo más mayores, eran recogidos por familias que los obligaban a trabajar en las tareas del hogar o en el campo, con las peores condiciones y, a menudo, sufriendo maltrato físico y psicológico.

La historia se narra en dos momentos del tiempo diferentes. En 2011 conocemos a Molly, una chica que ya ha pasado por varias casas de acogida y que, tras un incidente en la biblioteca, se ve obligada a cumplir con unas horas de servicio a la comunidad. Gracias a su novio, consigue que ese trabajo sea ayudar a Vivian, una anciana de 90 años, a limpiar y ordenar todos los trastos que tiene en su desván. 

El segundo momento del tiempo nos sitúa en 1929. Niamh es una pequeña irlandesa que ha viajado junto a sus padres y sus hermanos a Nueva York en busca de una vida mejor. Sin embargo, una vez que llegan, se dan cuenta de que la vida allí no será mejor que la que tenía en su pequeño pueblo. Y su suerte no irá a mejor ya que, tras un desgraciado incendio en el que pierde a toda su familia, la pequeña Niamh se verá recogida por la institución Socorro a la Infancia. Allí permanece un corto período de tiempo porque pronto es enviada al Medio Oeste en el ya conocido como “tren de los huérfanos” y ahí comenzará una nueva vida, no mucho más fácil que la que había tenido hasta ese momento.

La historia que más me ha gustado ha sido la de Niamh; me ha parecido la más interesante y, quizás, al estar narrada en primera persona también es la que llega mejor al lector. La historia de Molly está contada por un narrador y eso la hace más impersonal. Es mucho más fácil sentirse atrapado por la narración de Niamh y empatizar con ella. Aunque la historia de Molly se va volviendo más interesante a medida que ayuda a Vivian y va descubriendo los secretos del pasado de la anciana y se da cuenta de que, en realidad, tienen mucho más en común de lo que pueda parecer.

Todos los personajes están muy bien construidos y resultan muy reales. Eso hace que también sea mucho más sencillo meterse en la historia.

Me ha sorprendido la forma tan delicada con la que la autora trata un tema tan duro, ya que no se recrea en exceso con las desgracias de los personajes. Cuenta los hechos tal y como ocurren y juega con las emociones, pero sin caer en el dramatismo. Y todo ello, utilizando un lenguaje sencillo que hace que la lectura sea ágil.

De todo lo que se habla en la novela sobre la historia de los huérfanos, hay un acontecimiento que me impactó especialmente: la llegada de los niños a los pueblos en los que iba parando el tren. Allí mostraban a los niños a las familias y éstas los inspeccionaban como si fueran ganado. Además, los niños eran ofrecidos de manera gratuita con un período de prueba de noventa días; si pasado ese tiempo, la familia no estaba contenta con el niño, podía devolverlo sin ningún problema. Sinceramente, cuesta imaginar lo que esos niños debieron sentir, lo que debieron sufrir y cómo debió marcarles para el resto de sus vidas.

Una historia muy bonita que merece la pena leer.